11 de noviembre de 2012

La palabra es el espejo de la acción

Si nos creemos la cita de Solón de Atenas que da título a esta entrada, en este blog, poca acción ha habido en las últimas semanas. No ha sido así en Twitter, y para que lo comprobéis de una forma visual, añado aquí una sección de la infografía que acabo de hacer con Vizify Tweetsheet, una herramienta de cuya existencia he sabido por Edudemic.

Como se ve, la mayor parte del tiempo que paso en Twitter hablo de mis clases, SPAN 505: Applied Spanish Stylistics y SPAN 115: Review of Elementary Spanish (curso online), y de mi universidad, GMU. También me intereso por la actualidad política, los huracanes y la tecnología educativa, caigo en memes y abuso de Spotify. Tampoco olvido a mis compañeros del grupo de investigación SOSTCEL (Scholars of Self-Studying Teaching Collaborative E-Learning). Y es obvio que todo esto lo hago siempre de forma suave y educada, y con el corazón dividido entre Washington, D.C. y Madrid.

Muy reveladoras estas herramientas...

10 de septiembre de 2012

El miedo del docente ante el error

Estoy convencida de que todos podemos aprender de nuestros errores, algo que no me canso de repetir en charlas, clases y talleres. Quiero pensar que yo también soy capaz de mejorar si soy consciente de lo que estoy haciendo mal. Evidentemente, para ello es necesario que averigüe o me indiquen la forma correcta de hacerlo. A veces, sin embargo, no existe una única forma de hacer bien algo, o lo que a uno le parece adecuado puede no serlo para otros.


Por suerte, en el caso de la ortografía del español, no son frecuentes estos dilemas. Hay pocos aspectos debatibles y, de haberlos, es fácil determinar el motivo de la fluctuación entre una forma y otra. De ahí que la duda que se planteó en mi última clase de estilística y el error que cometí al tratar de explicarla me hayan producido bastante desasosiego en los últimos días. ¿Por qué me empeñé en acentuar el pronombre relativo en “Unos cuantos días más sin tener nada de que ocuparse”. Parecerá un asunto sin mucha importancia pero para una persona como yo, a la que le apasionan su lengua y su trabajo, no lo es.

Es relevante porque no me agrada enseñar algo que sea incorrecto. Cierto es que los profesores somos humanos y, como tales, nos equivocamos, quizá en más ocasiones que las que nos atrevemos a reconocer. Tampoco sabemos todo. Pero aceptar todo esto es difícil. Aprender de nuestros errores no lo es tanto, creo. Lo importante es que sigamos siempre hacia delante y que nuestros alumnos sean conscientes de que, al igual que ellos, hacemos un esfuerzo por saber más y que sabemos aceptar nuestros fallos y aprender de ellos.

Y está claro que yo aprendí algunas cosas. En primer lugar, que muchas personas dudan a la hora de poner ese acento. Así se comprueba al hacer una búsqueda en Google y, mucho más importante todavía, al consultar los Corpus de Referencia del Español Actual de la RAE y el de la Brigham Young University (BYU). Véase, por ejemplo, el gráfico de la derecha o este texto extraído de una entrevista publicada en el ABC y recogido por el corpus de BYU:

Es como si los escritores desconfiaran de narrar historias. Incluso ya han caído en cosas tan peregrinas como contar cómo se hace una novela, como si al lector eso le interesara algo. Mire usted, no me cuente cómo, sino algo. Evidentemente, una de las formas de ocultar que no tienes nada qué decir es poner mucho énfasis en el lenguaje. En general, cuanto más énfasis, más carencia. Pero, en fin, sería muy feo señalar que « fulanito » no tiene nada que decir... - Feo tal vez, pero necesario, ¿no cree? - Yo prefiero al autor que, con un lenguaje tal vez excesivamente descuidado, cuenta una historia apasionante, que al que domina el lenguaje, sin historias por medio.

También verifiqué que el servicio de @fundeu responde rápidamente a las dudas, aunque los 140 caracteres de Twitter no permiten mucha discusión sobre por qué se produce una determinada confusión. Por el contrario, el servicio de asesoría lingüística de la RAE no es tan raudo a la hora de contestar preguntas, pero quiero pensar que pronto recibiré una respuesta, como ha sucedido siempre en el pasado.

En conclusión, como decía Freire, y ya he citado por aquí: Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, todos aprendemos siempre.




27 de agosto de 2012

Sólo se gana lo que se da

En cuestiones de cultura y de saber,
sólo se pierde lo que se guarda;
sólo se gana lo que se da
.
Antonio Machado

Hace unos días me invitaron a dar una charla en la Orientación para nuevos profesores de mi departamento en George Mason University. Como impartimos muchas lenguas y las necesidades de cada programa son diferentes, decidí dejar a un lado los temas habituales de la didáctica de lenguas extranjeras y explicar mi perspectiva personal sobre mi labor como profesora universitaria y cómo el uso de los medios sociales me ayuda a trabajar de una forma diferente y, en muchas ocasiones, más eficaz. La presentación que publiqué en este blog hace unos días refleja hasta cierto punto lo que conté durante la charla pero lo que no se incluye expresamente en ella es una de las ideas fundamentales que me sirvieron de inspiración para escribirla y a la que llevo dando vueltas desde hace tiempo: la elaboración de un código ético del profesor universitario.

En Estados Unidos, los profesores universitarios con plaza fija (o en camino de conseguirla) debemos rendir de forma satisfactoria en tres campos: la investigación, el ejercicio docente y el servicio profesional, tanto dentro como fuera de la universidad. A principio de curso presentamos un informe con las actividades que hemos llevado a cabo durante el año académico anterior. Este sirve de base para los aumentos salariales… cuando hay fondos para realizarlos, claro está. A la hora de elaborar dicho informe resulta muy útil preguntarse lo que significa ser un profesor universitario en el siglo XXI y cómo se puede identificar a aquellos que realizan un buen trabajo. Sin pensar demasiado, enseguida nos vienen una serie de adjetivos a la cabeza que nos pueden ayudar a describir a un buen docente universitario:
    Como profesores debemos ser eficaces, justos, comprensivos, inspiradores, críticos, respetuosos, amables, honestos, responsables, conocedores, puntuales, provocadores, accesibles, comprensibles, lógicos, innovadores, transigentes, flexibles, motivadores…

    Como investigadores debemos ser serios, rigurosos, certeros, profundos, éticos, modestos, diligentes, ingeniosos, objetivos, interactivos, fidedignos, claros, abiertos de miras, creativos, disciplinados (¡y transgresores!)…

    Como profesionales que brindamos nuestros servicios dentro y fuera de la universidad tenemos que ser trabajadores, educados, considerados, generosos, íntegros, desinteresados, cooperativos, participativos…
A partir de esos adjetivos y con la ayuda de un documento de F. P. Brooks que encontré en la web gracias a @jeffoffutt, no puede resultar complicado esbozar un código de comportamiento del profesor universitario. El que presento a continuación es sólo un borrador, el cual me gustaría ir ampliando con las ideas que me den alumnos, lectores y compañeros.

Como profesor:
  • Trata a tus alumnos con amabilidad, respeto y objetividad. 
  • Proporciona a tus alumnos la información y recursos necesarios para que puedan aprender por sí mismos. 
  • No impongas tu manera de ver las cosas. Si acaso fuera la mejor, los estudiantes serán capaces de darse cuenta por sí mismos. 
  • Acepta la variedad de opiniones, acentos, historias personales y necesidades de tus alumnos. Tómate el tiempo necesario para conocerlas. 
  • Aprende de tus alumnos. No son una tabula rasa
  • Evalúa con justicia y de acuerdo a un baremo comprensible y adecuado a las metas de tu curso. 
  • Sé una fuente de inspiración para tus alumnos. Motívalos a dar lo mejor de sí mismos. 
  • Revisa tus estrategias pedagógicas con regularidad y sé honesto contigo mismo cuando algo no haya funcionado como pensabas. 
  • No te olvides de poner una gotita de humor en tus apuntes. Las clases te saldrán mejor. 

Como investigador: 
  • Investiga con rigor y diligencia. 
  • Sé objetivo pero sin olvidarte de la importancia de la creatividad. 
  • Reporta con honestidad los resultados de tus investigaciones. 
  • No plagies ni olvides dar crédito a aquellos que han hecho posible tu trabajo. 
  • Intenta que la mayor cantidad de gente posible se pueda beneficiar de los resultados de tus investigaciones. 
  • Encuentra formas para que tu audiencia pueda hacerte llegar su feedback y tómate el tiempo necesario para leerlo. 
  • Revisa tu trabajo y tus teorías. Siempre pueden mejorar.

Como profesional: 
  • Escucha antes de hablar.
  • Sé considerado con tus compañeros de trabajo. Lo que no hagas tú, lo tendrán que hacer ellos. 
  • Aporta lo máximo posible a los comités de los que formes parte. Colabora y haz el trabajo lo mejor que puedas. 
  • Acepta tu responsabilidad cuando hagas algo mal. Todos nos equivocamos muchas veces. 
  • Sonríe. El tiempo cunde más con una sonrisa en tus labios. 

Obviamente, no pretendo imponer este código a nadie pero si en la universidad queremos crear un entorno de aprendizaje y de trabajo del que nuestros alumnos, compañeros y nosotros mismos podamos estar orgullosos, aplicar la lista anterior es, sin duda, una buena manera de empezar a construirlo.

26 de agosto de 2012

La patria de un escritor es su lengua

Una cita de Francisco Ayala sirve de título a la primera entrada del blog que mis alumnos del Máster y yo vamos a escribir durante este semestre en el curso de Estiística avanzada del español.

Su nombre: La voz de mi historia.


Además de este blog, contaremos con un wiki para recopilar los trabajos de todo el curso y compartir la información relativa al arte de escribir. Así, no vamos a tener tiempo para aburrirnos pero sí muchos escenarios para practicar lo aprendido.


21 de agosto de 2012

¿Estamos mejor sin tecnología?

La respuesta, mañana. Por ahora esta foto para hacerles pensar un poco.
Foto: E. del S. R. 
Agosto 2012. 
Lancaster County, PA.

23 de abril de 2012

Por un libro... Yo no sé qué te diera por un libro

En casa siempre hubo libros. Algunos procedían del Círculo de Lectores o de la Biblioteca Básica Salvat. Otros de ropavejeros. Los más, de un bibliobús que todas las semanas se estacionaba durante un par de horas al final de la calle en la que vivíamos. Éramos cinco en mi familia, así que podíamos sacar diez libros todas las semanas. ¿O serían quince? La memoria me falla. Eran los años setenta.

Pero lo que sí recuerdo perfectamente es la fabulosa sensación que sentía al subir a ese autobús azul que, aunque pequeño, a mí me parecía inmenso. Mi madre nos llevaba a la parada antes de que llegara el bibliobús, por lo que casi siempre éramos los primeros en subir. Devolvíamos los libros; el bibliobusero
localizaba nuestras fichas en su archivo, quitando pausadamente el clip con las tarjetas de registro que, acto seguido, volvía a colocar en la bolsita de cada uno de los libros. Ya podíamos buscar nuevas lecturas para la siguiente semana. Creo no estar equivocada si afirmo que todo el inventario de esa pequeña fábrica de sueños rodante pasó alguna vez por casa. Había de todo y leímos de todo.

Ahora, filóloga y con muchos años de lectura a mis espaldas, sigo sintiendo el mismo placer que antaño cuando estoy en una biblioteca. Las que visito ahora ya no son estrechas, ni alargadas, ni tienen ruedas. Sus catálogos están digitalizados y hasta muchos de sus libros se pueden consultar directamente por Internet. Pero lo más importante no ha cambiado: las bibliotecas están llenas de tesoros que quieren ser descubiertos. Ninguno es igual: algunos los han leído miles de personas; otros, siguen esperando su oportunidad. Y si esa oportunidad se la da un niño, mucho mejor todavía, porque la mayor ilusión que tiene un libro es que lo abran con cariño unas manos curiosas y lo lean sin descanso unos ojos con pasión.

Como los míos. Como los tuyos.

¡Feliz Día del Libro!

Foto: http://vieki.blogspot.com/2011/05/el-bibliobus.html

24 de marzo de 2012

Por eso, todos aprendemos siempre

Una de mis citas favoritas de Paulo Freire es la siguiente:
Todos nosotros sabemos algo.
Todos nosotros ignoramos algo.
Por eso, aprendemos siempre.
Sus palabras me han parecido siempre muy apropiadas para explicar mi opinión sobre lo que tiene que ser la enseñanza y el aprendizaje. Y precisamente esa perspectiva es la que le quise dar a la ponencia que presenté en Relato Digital Storytelling de Valencia el jueves 24 de marzo. Mi idea fue armar una narrativa circular, con una trama, un argumento y unos personajes para explicar el proyecto de investigación sobre mentoría reversible en un entorno híbrido que estamos llevando a tres bandas una estudiante graduada, una alumna de la licenciatura y yo. Los que pudieron asistir a la charla dirán si realmente conseguí hacer un relato ameno con el que se percibiera claramente mi pasión por la ensañanza y mi sincero convencimiento de que todos podemos aprender.

La grabación en vídeo de toda la ponencia va a estar online muy pronto para que los que no pudieron estar en Valencia tengan la oportunidad de verla. Pero hasta que la suban a la red, dejo aquí por lo menos una copia de la PowerPoint en la que aparece ya incrustado el vídeo que publiqué hace dos días por aquí, Soy profesora, y que hice exclusivamente para dicha presentación.

22 de marzo de 2012

21 de marzo de 2012

Esto sí que es crear un relato digital

International Conference on Digital Storytelling
Valencia, 2012
J. Lambert & E. Román
Foto de J. L. Rodríguez Illera

29 de febrero de 2012

Museo, a 100 metros

Hace un par de semanas tuve la ocasión de visitar El Salvador dentro del programa Dos Museos, Dos Naciones, Una Identidad, un proyecto financiado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos que pretende fomentar la comunicación multicultural entre la comunidad de Columbia Heights en Washington, D.C. y las comunidades de Ciudad Victoria, Sensuntepeque, Chirilagua e Intipucá en El Salvador. Con este fin, los participantes en el programa están aprendiendo a tomar fotografías digitales, desarrollar narrativas alrededor de éstas y hacer breves vídeos con historias relacionadas con su identidad y su entorno.

Para comunicarse entre sí los participantes están utilizando la red Edmodo y mi participación en el proyecto ha consistido en diseñar e impartir talleres sobre esta plataforma a todos los implicados en el programa: los organizadores y tutores de la Corcoran Collegue of Art and Design, los administradores de los dos museos implicados, el Art Museum of the Americas (AMA) en Washington, D.C. y el Museo de Arte (MARTE) en El Salvador, los facilitadores de los talleres en El Salvador, Guillermo Araujo y Sandro Stivella, y los niños de Columbia Heights y de El Salvador.
Ahora que ya todos saben usar la herramienta, mi función en el proyecto consiste en motivar a todos los participantes a que se comuniquen de forma todavía más activa a través de Edmodo. A veces no es fácil ya que no todos conocen el español y el inglés, pero gracias a las fotografías tan fantásticas que están haciendo los participantes de los dos países y a la creatividad y entusiasmo de todos los implicados, el proyecto está teniendo un éxito increíble.

Mi enhorabuena más sincera a todos estos chicos que hacen maravillas con todo aquello que cae en sus manos.

21 de febrero de 2012

Show me, show me, show me

Genial esta app para hacer presentaciones con sonido. Y en manos de los niños, muchísimo mejor:

2 de enero de 2012

Por compartir que no quede

Hace unos años publicaba aquí la lista que todos los años compila Clayton Wright con todos los congresos y simposios relacionados con la educación y la tecnología educativa que se celebran en el mundo. Con su permiso, publico aquí la lista y os invito a poneros en contacto con él si queréis que incluya algún congreso más.
Lista de congresos sobre educación y tecnología educativa por Clayton R Wright