31 de enero de 2019

A falta de costuras, buenas son...

Esto no es una infografía.
Fuente: Wikimedia Commons
Siempre me ha encantado la facilidad que tiene la lengua inglesa a la hora de crear y acoger en su seno etiquetas y metáforas para identificar o explicar prácticamente todo lo que ocurre en el sistema educativo (y más allá de él).

Hoy, gracias a este curso, nos encontramos con “el aprendizaje sin costuras” (seamless learning) –o “sin junturas”, si nos decantamos por su significado más náutico o “sin vetas” en el geológico. Aunque la idea que subyace no es nada nueva –se podría relacionar como alguien de este curso ya ha dicho con el aprendizaje significativo o con el más reciente aprende donde quieras cuando quieras– la idea de la desaparición de costuras parece indicar una mayor libertad de movimientos para el aprendiente y el docente. Pero recordemos que en los trajes necesitamos costuras porque ningún trozo de tela se ajusta perfectamente a nuestro cuerpo a no ser que se corte en pedacitos y luego se junte con costuras más o menos visibles. Puede entonces que la costura sea necesaria. Lo que no lo es tanto es que sea la misma costura para todos.

También estoy dándole vueltas a lo del “aprendizaje sin fronteras”. No sé hasta qué punto frontera y costura funcionan como sinónimos en este contexto. Yo diría que prefiero “aprendizaje sin barreras” como equivalente del aprendizaje sin costuras, aunque tampoco me convence.

En fin, tampoco es tan necesario un debate sobre la terminología cuando todos estamos de acuerdo cuando describimos las posibilidades y necesidades actuales del proceso de enseñanza-aprendizaje. En mi caso prefiero centrarme en identificar las nuevas costuras que estamos cosiendo sin darnos cuenta cuando nos dedicamos a deshacer las que ya existían. ¿Adivinas a cuáles me refiero?

29 de enero de 2019

De profe a alumna

Cualquier parecido con
la realidad es pura coincidencia
Empiezo una nueva etapa en mi vida académica. Bueno, quizá no sea tan nueva porque realmente sigo siendo la profesora de siempre, la que se apunta a todo lo nuevo y la que intenta que la tecnología sea algo que nos ayude y nos una. Una profesora que no se asusta ante el reto de tener en una misma clase a hablantes de español de herencia y a estudiantes no nativos de español. Una profe a la que le encanta lo difícil, como crear e impartir un curso online sobre Lengua, género e inclusión para alumnos de grado y de máster de George Mason Unviversity.

Pero, además de profe, a partir de hoy voy a ser estudiante en el MOOC del INTEF llamado Aprendizaje de lenguas sin fronteras: multimodalidad y factores afectivos en la enseñanza de idiomas. Quizá nuestros alumnos y alumnas piensen que los profesores no estudiamos ni nos formamos una vez que hemos conseguido un puesto de trabajo. Sin embargo, la realidad es muy diferente: siempre se puede aprender algo nuevo y, sobre todo, siempre es necesario formar parte de una comunidad de aprendizaje de docentes que nos ayude a mirar de forma crítica muchas de las ideas preconcebidas con las que nos acercamos a la profesión de docente y a la implementación de la tecnología sin fronteras.

En realidad, esto último es uno de los aspectos que más me interesan del curso. Es la base de todo lo que estoy escribiendo últimamente. Por ejemplo, me pregunto si somos lo suficientemente críticos cuando nos imaginamos una clase sin fronteras mediada por la tecnología o si somos capaces de pasar ya de tanta metodología comunicativa en la clase de lenguas (o por lo menos de plantearnos los aspectos negativos de dicho enfoque) e integrar otros nuevos aproximaciones más acordes con lo que observamos en el uso de la(s) lengua(s) que hablamos todos los días.

Por supuesto, otro valor añadido es la posibilidad de retomar este blog que en su día mimé nutriéndolo con gran cantidad de entradas relacionadas con el aprendizaje y las nuevas tecnología.

No me extiendo más. Leeré con mucho interés vuestros diarios de clase.

Esperanza