Con esto de los congresos siempre tengo el mismo problema: a veces me resulta muy difícil elegir entre las diferentes sesiones paralelas (seis, en este caso). Lo bueno en esta ocasión es que muchas de las sesiones están siendo grabadas mediante Speakerbox, y los ficheros de audio estarán próximamente a disposición de todo el mundo en el sitio web de CALICO.
Otra interesante innovación en esta edición de CALICO la consitituyen los breves pero frecuentes comentarios de los tuiteros que están asisitiendo al congreso. Poco a poco el grupo ha ido creciendo y, como se puede ver en la parte derecha de este blog, la actividad tuiteril ha sido bastante intensa, a pesar del bajo porcentaje de congresistas que han decidido sumarse a esta iniciativa.
Esta falta de intercambio de ideas y de participación en estas iniciativas sigue llamándome la atención, sobre todo en un congreso donde un gran porcentaje de las presentaciones ha tratado sobre la web social. Como comentábamos algunos ayer tomando una cerveza después de la cena institucional, muchos investigadores, incluso en este campo que, en teoría, parece más abierto a la colaboración y la puesta en común de conocimientos, siguen teniendo ciertas reservas a la hora de dejar que sus materiales sean accesibles a todo el mundo. Según me dijeron, no todos los expertos que presentaron comunicaciones y artículos han dado permiso para que sus charlas se graben y se distribuyan por la red. Las razones que alegan son múltiples pero no por ello deja de resultar una verdadera pena.
Los que parecen no tener tantos reparos en proporcionar acceso a sus datos, son los administradores de la universidad en la que se está celebrando el congreso, Arizona State University (ASU). Según comentó su máximo responsable en tecnología, Adrian Sannier, durante la charla de clausura de la cena, ASU está delegando en Google, Inc. la mayor parte de la gestión de su centro de datos: desde las cuentas de correo electrónico de los alumnos, hasta la búsqueda en las bases de datos de la universidad. Un paso controvertido y arriesgado, sin duda, pero que les ha supuesto un ahorro de millones de dólares. La presentación de Sannier fue de las más dinámicas que he visto en mucho tiempo pero su discurso, como comentábamos con Scott Payne más tarde, careció de elementos fundamentales tales como la importancia que las instituciones deberían dar al desarrollo del pensamiento crítico o el potencial peligro que supone poner tal cantidad de información en las manos de Google, una fuerza benevolente por el momento, pero que quizá no lo sea tanto en el futuro.
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