El día empezó temprano, a las cinco de la mañana, para coger el avión de las siete y poder llegar a las nueve a Arizona. Muerta de sueño porque me había tenido que quedar hasta casi las dos de la mañana preparando todo, me dirigí al aeropuerto. Todo bien hasta que a los 15 minutos de haber despegado el piloto anunció que había un problema con la despresurización de la nave, y si no lograban arreglarlo tendríamos que volver a Washington, D.C. por donde habíamos venido. Y así fue. Consecuencia: llegué con tres horas de retraso a Fénix y me perdí todas las charlas de la mañana. Además, dejé al ordenador y a la Blackberry secos de tanto actualizar mi twitter y mi Facebook, y me terminé de principio a final el libro de Rafael Chirbes que me había traído para todo el fin de semana.
La tarde, sin embargo, fue mejor. Con un sol radiante, tirantes y chanclas me di el caminatón del siglo desde el hotel hasta el edificio de la universidad donde se celebra el congreso. Siempre se me olvida lo que engañan las dichosas callecitas de Fénix y ciudades aledañas.
Una vez recuperada, me hice el plan para la tarde: charla-presentación del libro The Next Generation... (que ya tengo en mis manos), charla de Thorne y Reinhardt sobre actividades "puente" para desarrollar la conciencia lingüística a través de la tecnología y las influencias de la tecnología en la lengua, y panel sobre la situación de la tecnología educativa en países como Palestina, Corea, Turquía y Madagascar. Además de la información obtenida en estas charlas, me enteré de que los pocos tuiteros asistentes al congreso estaban usando #calico09 en lugar de #calico2009, así que me pasé la tarde tuiteando a las dos direcciones... cuando me acordaba.
Después, caminatón de vuelta y repaso de la charla para mañana.
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