My Mom in paridise/Mi mama en el paraiso |
«Mi mamá dice que es bilingüe… y ¡cualquiera
le lleva la contraria! Hace poco se me ocurrió decirle que no lo era y, aunque
no le pude ver la cara porque ella iba conduciendo el coche y yo en el asiento
de detrás, sé que se puso a llorar. Y que se enfadó mucho. En realidad, no
entiendo muy bien por qué le sienta tan mal. Los adultos son así de difíciles. Ella
misma reconoce que tiene acento español cuando habla inglés y que yo lo
pronuncio mil veces mejor que ella. Además, yo le digo siempre para
tranquilizarla que ella sabe muchísimas más palabras que yo, sobre todo esas que
vienen del latín y que tanto hacen sufrir a los concursantes del certamen de spelling bee, que, por cierto, un día
pienso ganar. Pero sigue sentándole mal. Se ve que mencionar el bilingüismo en
las mamás tiene el mismo efecto que decirles “tu pelo parece el arco iris: lo
tienes de tres colores diferentes”, o “¿por qué no te abrochas el botón del
pantalón o es que acaso no te vale ya?” Y otros que prefiero no incluir. Ella los
puede decir. Los demás, mejor nos callamos.
La verdad es que
yo admiro mucho a mi mamá: hace años se fue a vivir a Alemania sin saber nada
del idioma y, a raíz de ello, abandonó su sueño de ser arquitecta para
dedicarse a estudiar alemán, neerlandés, árabe, italiano y no sé cuántas cosas
más en la universidad y por toda Europa. Luego se vino a vivir a los Estados
Unidos a enseñar español. Y ahora me da la impresión de que ya no se puede ir
de aquí.
Sin embargo,
aunque nunca se lo he dicho a nadie, lo que más admiro de mi mamá es su
constancia a la hora de criarme a mí bilingüe (¡que yo sí que lo soy!). No es
fácil en este país que se empeña en desaprovechar el hecho de que en un gran
número de hogares se habla más de un idioma y se vive en más de una cultura. En
este país en el que solo una parte de niños afortunados pueden ir a un colegio
en el que se enseñe bien una segunda lengua y no se menosprecien las lenguas no
dominantes. En este país donde ciertas lenguas y, en consecuencia, sus culturas
gozan de poco prestigio social y académico.
Y claro que a mí
también me resulta más fácil ser, hablar, leer y escribir en inglés pero cuando mi
mamá me dice eso de “Hijo, haz un esfuerzo y dilo en español, que pareces
monolingüe”, ciertamente no puedo contestarle otra cosa que:
-NO ME LLAMES
ESO, MAMÁ».
[Texto publicado también en el blog Día Europeo de las Lenguas]Nota final (por si a alguno no le ha quedado claro): Sin mi mamá no habría podido escribir esto ni nada de todo lo que pienso escribir en español en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario