26 de septiembre de 2013

No me llames eso, mamá


My Mom in paridise/Mi mama en el paraiso
«Mi mamá dice que es bilingüe… y ¡cualquiera le lleva la contraria! Hace poco se me ocurrió decirle que no lo era y, aunque no le pude ver la cara porque ella iba conduciendo el coche y yo en el asiento de detrás, sé que se puso a llorar. Y que se enfadó mucho. En realidad, no entiendo muy bien por qué le sienta tan mal. Los adultos son así de difíciles. Ella misma reconoce que tiene acento español cuando habla inglés y que yo lo pronuncio mil veces mejor que ella. Además, yo le digo siempre para tranquilizarla que ella sabe muchísimas más palabras que yo, sobre todo esas que vienen del latín y que tanto hacen sufrir a los concursantes del certamen de spelling bee, que, por cierto, un día pienso ganar. Pero sigue sentándole mal. Se ve que mencionar el bilingüismo en las mamás tiene el mismo efecto que decirles “tu pelo parece el arco iris: lo tienes de tres colores diferentes”, o “¿por qué no te abrochas el botón del pantalón o es que acaso no te vale ya?” Y otros que prefiero no incluir. Ella los puede decir. Los demás, mejor nos callamos.

La verdad es que yo admiro mucho a mi mamá: hace años se fue a vivir a Alemania sin saber nada del idioma y, a raíz de ello, abandonó su sueño de ser arquitecta para dedicarse a estudiar alemán, neerlandés, árabe, italiano y no sé cuántas cosas más en la universidad y por toda Europa. Luego se vino a vivir a los Estados Unidos a enseñar español. Y ahora me da la impresión de que ya no se puede ir de aquí.

Sin embargo, aunque nunca se lo he dicho a nadie, lo que más admiro de mi mamá es su constancia a la hora de criarme a mí bilingüe (¡que yo sí que lo soy!). No es fácil en este país que se empeña en desaprovechar el hecho de que en un gran número de hogares se habla más de un idioma y se vive en más de una cultura. En este país en el que solo una parte de niños afortunados pueden ir a un colegio en el que se enseñe bien una segunda lengua y no se menosprecien las lenguas no dominantes. En este país donde ciertas lenguas y, en consecuencia, sus culturas gozan de poco prestigio social y académico. 

Y claro que a mí también me resulta más fácil ser, hablar, leer y escribir en inglés pero cuando mi mamá me dice eso de “Hijo, haz un esfuerzo y dilo en español, que pareces monolingüe”, ciertamente no puedo contestarle otra cosa que: 

-NO ME LLAMES ESO, MAMÁ».
Nota final (por si a alguno no le ha quedado claro): Sin mi mamá no habría podido escribir esto ni nada de todo lo que pienso escribir en español en el futuro.
[Texto publicado también en el blog Día Europeo de las Lenguas]

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